Todavía recuerdo aquél crepúsculo
como una eternidad quemándonos la sangre,
cuando las últimas olas
bañaban nuestros cuerpos,
cuando tus recuerdos temblaban
como hojas de un otoño oscuro y solitario
quedándose perdidos por la arena,
despeinándose de golpe con la furia del viento
para trepar de nuevo el árbol del olvido.

Como un torbellino preguntabas perdida
por aquél beso olvidado que dejamos
en una roca cualquiera, en una caracola
oculta entre la arena, pero que no podías
subírtelo a los labios del recuerdo.

Y seguías luchando
por la bahía abierta de la noche,
buscando todo el amor que tejimos
por la ausencia perdida
de otro tiempo.

Seguiré buscándote
junto a este mundo de sueños
perdidos por la arena,
hasta que se me nuble la sonrisa,
hasta que me duelan los parpados
de buscarte entre los rescoldos
de un fuego que seguirá siempre vivo,
mordiéndome la carne por la terrible niebla
de no verte.

Te seguiré esperando
entre las olas de siempre,
con tu último beso
alumbrando el caminito que me lleve
hasta el fresco manantial de tu alegría…

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